Mi Búsqueda del Vestido de Boda
Era was una tarde caliente y húmeda de sábado, no diferente a la mayoría de los días de agosto en los suburbios de Washington D.C. Los pájaros estaban cantando sus canciones finales antes de que las lluvias de septiembre vinieran a recordarles que era tiempo de comenzar su largo viaje al sur por el invierno.
Mi madre llegó y de camino a las tiendas de boda, charlamos acerca de mi sobrina de 4 años y de cómo ella estaba enfadada porque no pudo venir con nosotras en esta aventura hoy. Nuestros espíritus estaban arriba y nosotras listas para la tarea acobardadora que teníamos ante nosotras. En mi mano había una lista de cuatro Tiendas de Boda que íbamos a visitar y era nuestra esperanza que hoy, este animado sábado de agosto, sería el día en que encontraríamos el siempre esquivo vestido de boda.
No estaba absolutamente segura de lo que estaba buscando, aunque sí tenía algunas ideas. Realmente no estaba convencida de los vestidos con cintura más alta. Yo tampoco quería un vestido que fuera lo suficientemente bajo como para mostrar cualquier hendidura. Otra cosa que no quería era el rebordeado; juré y re juré que no habría nada brilloso en mi vestido. Con estas cosas en mente, estaba lista para encontrar mi vestido.
Nuestra primera parada fue una tienda de bodas que unas amigas habían recomendado. Entramos en el estacionamiento y salimos del auto, seguras en nuestra misión y listas para enfrentar lo que fuera en la tienda. Nuestro guía de turismo no perdió tiempo para empezar. Luego de firmar los formularios necesarios, ella comenzó a elegir vestido tras vestido y a ponerlos en la habitación que sería mi lugar de prueba. Ella me dio un miriñaque y entonces estuvimos listas.
Comenzamos el largo desfile de vestidos para mi Madre. Había vestidos envueltos, colas desmontables, vestidos marfil y rebordeados hasta donde el ojo podía ver. La mayoría fueron mirados y devueltos por nosotras, para no ser vistos nuevamente.
Entonces sucedió. La asistente de compras sacó uno de los vestidos del bolso y me ayudó con él. Ella lo sujetó por la espalda, porque era muy grande y miré en el espejo. No era un vestido que hubiera elegido (tenía un escote más bajo y algo de rebordeado y cosas brillosas), no era un vestido en el que siempre había pensado, pero cuando miré en el espejo supe que era el indicado. Cuando salimos a mostrárselo a mi madre, la mirada en su cara confirmó lo que yo ya sabía. Nuestra misión había sido exitosa – encontramos mi vestido. La asistente de compras eligió un velo y guantes pequeños a la muñeca, y eso sólo nos convenció más de que este era EL Vestido.
En el tienpo desde esta aventura, he pensado larga y duramente acerca de mi vestido y estoy feliz con mi elección. El día fue exitoso y ahora puedo enfocar mi atención en otros asuntos (¡como los Vestidos de las Madrinas!)
Kathy y su prometido Jeff se casaron el 15 de abril de 2000 en Alexandria, Virginia.